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Depresión: cifras y costos

La depresión es la principal causa de consulta psiquiátrica en Latinoamérica y, a pesar de ello, la Organización Mundial de la Salud (OMS) aclara que se trata de una de las patologías mentales menos comprendidas y que solo una de cada cinco personas que sufren de depresión están bajo tratamiento.

Las cifras fueron publicadas en 2017, en el informe de la OMS “Depresión y otros trastornos mentales comunes”. En el documento también se reveló que unas 800 mil personas se suicidan cada año en todo el mundo a causa de esta enfermedad.

En el mismo informe, la OMS detalla los países latinoamericanos con mayor prevalencia de depresión entre sus habitantes. Brasil encabeza el listado: 5,8% de su población la padece.

Después aparecen los siguientes países: Cuba (5,5%); Paraguay (5,2%); Chile y Uruguay (5%); Perú (4,8%); Argentina, Colombia, Costa Rica y República Dominicana (4,7%), Ecuador (4,6%), Bolivia, El Salvador y Panamá (4,4%); México, Nicaragua y Venezuela (4,2%); Honduras (4 %) y Guatemala (3,7%).

Para el mencionado organismo de salud de Naciones Unidas, la depresión “es una de las principales causas de discapacidad en el mundo”. Es por ello que esta patología constituye un reto para la salud pública, ya que su prevalencia es muy alta: el número de personas que la sufren a lo largo de su vida se sitúa entre el 8% y el 15%, de hecho, 350 millones de personas sufren depresión en el mundo (Olesen, 2012).

Sumado a lo anterior, también existe un impacto económico. Por ejemplo, datos de la OCDE, indican que las enfermedades mentales, como la depresión, cuestan a sus países miembros, hasta un 4% del PIB.

El costo de la depresión en la Unión Europea se ha estimado en más de 92.000 millones de euros en 2010 (Olesen, 2012). La mayoría de estos costos son indirectos, 54.000 millones de euros, tales como pérdida de productividad laboral, bajas por enfermedad y jubilación anticipada (Olesen, 2012).

La pérdida de productividad provocada por el ausentismo y presentismo representa en torno al 50% de todos los costos relacionados con la depresión (Olesen, 2012).

Impacto y costo de la depresión

Históricamente las enfermedades mentales (EM) y abuso de sustancias no eran prioridad en la salud global, especialmente en comparación con enfermedades transmisibles y no transmisibles (cáncer o enfermedades cardiovasculares ECV). Desde 1993 el informe sobre desarrollo del Banco Mundial, estudia la carga relativa asociada con la morbilidad de la enfermedad, en lugar de solo la mortalidad: las ECV provocan alta mortalidad, las EM importante discapacidad y poca mortalidad directa.

En 2007, se inició un nuevo estudio de Global Burden of Diseases GBD, cuyos resultados se informaron en diciembre de 2012: completo reanálisis de carga de 291 enfermedades en ambos sexos, en 187 países para 1990 y 2010.

El total de AVD Años Vida con Discapacidad (YLD en inglés) para ambos sexos aumentaron de de 537,6 millones en 1990 a 764,8 millones en 2013, principalmente por aumento de la población y envejecimiento y no por mayor prevalencia de las enfermedades. También la discapacidad disminuyó mucho mas lentamente que la mortalidad .

Las enfermedades mentales y el abuso de sustancias representaron el 21,2% de la AVD, siendo la depresión mayor y las enfermedades musculoesqueleticas la causa principal en 34 países.

La depresión pasó del tercer lugar el año 1990 a la segunda posición en 2013, con 53% de aumento de años de vida con discapacidad. Y la enfermedad bipolar del lugar 19 pasó al 17 en 2013, con 49 % aumento de años de vida con discapacidad.

La depresión compromete a 350 millones de personas en el mundo, siendo el suicidio la consecuencia más severa. Más de 800 mil personas mueren por esta causa cada año, siendo la segunda causa de muerte en jóvenes de 15-29 años. Desafortunadamente, en algunos países menos del 10% de las personas con depresión reciben tratamiento.

En el caso de los niños cuyas madres son depresivas, tienen la tendencia a comportarse más tímidamente y presentan mayor aislamiento social, además de un alto nivel de conductas inadecuadas y desafiantes; poca atención; bajo nivel de comprensión y creatividad.

Por otro lado, el ánimo depresivo, ideas de muerte, anhedonia y preocupación somática son más frecuentes en niños con un padre deprimido. Y las madres con depresión suelen exhibir “ausentismo” y abandono de los cuidados del hijo.

Diversos estudios han demostrado que la depresión es un predictor de inicio de enfermedades cariovasculares (ECV), como infarto al miocardio, accidentes cerebrovaculares, tal vez provocados por hábitos poco saludables, como tabaquismo, sedentarismo y alcohol, entre otros.

Las personas que sufren depresión severa mueren prematuramente. Y no solo por suicidio, sino que también por otras causas, como eventos cardiacos más severos y tempranos, doble riesgo de alteraciones cardiacas por 1 o 2 años después del infarto.

Algunos médicos son reacios a tratar la depresión en pacientes con ECV porque piensan que después de un infarto es una reacción “normal”. Sin embargo, en muchos casos la depresión puede ocurrir antes y continuar después del infarto.